Javier Mata González
Era mi tarea de todas las vacaciones. Sufría cuando los sacrificaban pero gracias a ello, mi aprendizaje gastronómico empieza ahí. Todo lo que proviene del cerdo, los manjares que con tanta generosidad nos ofrece este animal, son los sabores de mi vida.
En la decisión de meterme de lleno entre fogones ocupan un lugar destacado dos mujeres: mi abuela, con aquellos maravillosos manjares que cocinaba para toda la prole cuando nos reuníamos para la matanza, y mi madre, a quien -guindilla yo- ayudaba a hacer rosquillas en casa para repartirlas luego entre la vecindad. Quizá me venga de ahí eso que dicen de los cocineros de que lo nuestro es hacer feliz a la gente. Algo debía de tener claro porque los estudios no fueron lo mío y en cuanto pude, me apunté en Cebanc a estudiar Hostelería y…hasta hoy.
He conocido este oficio de camarero y de chef, desde un asador a un hotel pasando por un restaurante con estrella. De todos he aprendido algo, pero soy consciente de que esta nueva aventura con Aitzol es un paso más, un aprendizaje para conocer este oficio desde todas sus vertientes hasta cumplir mi sueño de verme al frente de mi pequeño local. El camino se hace al andar…